Francisco Neila Sánchez
Se ha vestido de novia la ladera. Todo el Invierno ha estado desnuda y triste, zarandeada por el agua y el viento .El espectador pasó una y otra vez, observándola casi con indiferencia. De pronto, como si un hada los hubiese tocado con su varita mágica, han florecido los cerezos y es todo un esplendor de luz que casi hiere los ojos asombrados.
Hay que perderse cualquiera de estos días de Abril por el valle del Jerte o, como esta tarde bendecida, por los aledaños de Torrecilla de los Ángeles, Pinofranqueado, Azabal o Casar de Palomero. Hay que venir y llenarse los ojos y los últimos rincones del alma de esta luz y de esta pureza. Es casi un pecado mortal saber que existe y no venir a contemplarla.
Anda Dios una vez más, como en Febrero, cuando los almendros, paseándose y tocando con sus dedos la tristeza de esta tierra, tan herida, tan maltratada, tan “guerreada”. Seguramente también hay cerezos en flor en Libia, o en Costa de Marfil o en Afganistán o en...Pero no faltarán hombres que se encarguen de destruir la belleza que Dios fue repartiendo por oteros y colinas y sobre todo por los ojos limpios de los niños y las arrugas bendecidas de los ancianos. ¡Cuánta nostalgia de la luz primera!
El espectador se siente esta tarde en comunión con Juan de la Cruz o Francisco de Asís voceros, en sus versos, de su experiencia del paso silencioso de Dios por esta tierra:
“Mil gracias derramando
pasó por estos sotos, con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura,
vestidos los dejó de su hermosura”
Cerezos de atardecer: belleza indescriptible, signo y camino para el corazón de Dios, para quien quiera verlo. Habrá que retocar el poema del Almendro:
“Dije al cerezo: Háblame de Dios.
Y el cerezo floreció”.
“La belleza como camino hacia la verdad”; algo así se tituló uno de los foros de diálogo de “El Atrio de los Gentiles “en París, hace unos días. Belleza iluminada e iluminadora para quien quiera ser iluminado; ofrecida en gratuidad y sin imponerse, al más puro estilo de Dios. Rostro desvelado de Dios entre sus hijos, los hombres.
¡¡¡GRACIAS, BUEN DIOS!!!