Crónica de nuestro compañero Joaquín Ortega.
El día 10 de Abril pasado, sábado, en el Santuario de La Montaña y en sus aledaños había un día de luz por fuera y por dentro: por fuera porque lucía un sol esplendoroso; por dentro porque nuestros corazones estaban radiantes y plenos de luz y de calor humano. Por primera vez nos reuníamos los condiscípulos que, en el curso 1.954-55 iniciábamos los estudios sacerdotales en el seminario menor de Coria. Éramos 49 en aquel lejano Octubre. En este Abril del 2010 Escuchamos la llamada del corazón 31, venidos de todos los puntos cardinales de la “piel de toro”.
Un pequeño equipo de entre nosotros, durante bastante tiempo, gestó e hizo realidad tan hermoso encuentro. ¡Gracias en nombre de todos!
A las 11 de la mañana fuimos llegando a la Casa de Espiritualidad “Ntra. Sra. De la Montaña”. Saludos, abrazos y todo un esfuerzo de reconocimiento…¡ Algunos no nos veíamos desde hacía más de 50 años! ¡Qué alegría, qué emociones...!
A las 12 celebramos la Eucaristía en la capilla de la Casa. ¡Cómo no dar gracias, después de tanto tiempo vivido en la distancia! La presidió Paco Neila y concelebró con él Juan Sánchez, actual Deán de la catedral Primada de Toledo. La homilía de Paco fue entrañable, sentida y tan sencilla como profunda. Cito algo que me llegó al corazón y que comparto plenamente. Se preguntó si “las comunidades cristianas hoy pueden permitirse el lujo de no contar, con los que, siendo sacerdotes, por distintos motivos, “lo dejaron” .Es verdad porque conservamos la Fe, amamos a la Iglesia y estamos disponibles libremente para servirla, ayudarla y ser útiles a los cristianos que nos reclaman.
A la una de la tarde bajamos al Seminario Mayor. Más recuerdos...Algunos hacía muchos años que no lo visitaban. Y, por supuesto, nos hicimos en las escaleras de entrada la foto de todo el grupo, como antaño.
A las 14,30 compartimos la comida, que nos habían preparado, con manos y corazón de monja, las hermanas de la Casa de Espiritualidad.Todo inmejorable. Sobre todo el gozo de estar juntos. Se unieron a nosotros Florentino Muñoz, nuestro magnífico profesor de Teología Dogmática, Pedro Jesús Mohedano y Juan José Rivero.
Desde las 16 a las 18 horas, un largo compartir en el salón de Conferencias: gozamos con un video que Paco Paniagua y sus hijos, nos habían preparado con mimo y perfección: imágenes de antaño, recuerdos entrañables e imborrables y el corazón en carne viva, preocupación porque el de alguno de nosotros, que bien conocíamos , estallase por tanta vida compartida en amor y compaña. Luego contamos anécdotas vividas en el Seminario,, nos reímos y cantamos. ¡Qué “jondos”, qué “sentíos”, qué “d´adentro “ salían los cantos, lo mismo que en la Eucaristía, donde habíamos recordado y orado por los que no estaban: unos ya fallecieron, otros estaban enfermos y otros, muy pocos, sencillamente no vinieron. Su ausencia fue, quizá, la única espina del día, pero era una convocatoria hecha desde la libertad. También yo lo sentí y me dije, como el poeta: ¡Tanto dolor se agolpa en mi garganta que, por doler, me duele hasta el aliento!
¡Amigos, hermanos: hasta la próxima reunión, VALETE!
Joaquín Ortega